A veces nos “olvidamos” del cuerpo, no lo escuchamos, ni lo cuidamos, inclusive lo tratamos mal.
Pensemos en cómo le hablamos al cuerpo, y qué le hacemos, lo alimentamos bien o lo restringimos o le damos comida que nos daña, nos movemos o estamos todo el día sentados, la actividad física que hacemos nos cuida o nos daña, tenemos un sueño reparador o lo llevamos al límite.
Lo “ideal” sería:
-empezar a registrar las señales del cuerpo,
-intentar satisfacer las necesidades del cuerpo (poco a poco cuidarlo más),
-reducir la crítica y disminuir el diálogo negativo,
-enfocarnos en el cuidado de la salud no implica no poder cuidar nuestra estética porque la misma a veces es un buen punto de partida para otros cambios. Cuidarnos nunca es superficial.